Cuando en ocasiones mencionamos la palabra prebonsai somos conscientes de la amplitud del término, la calidad de este tipo de plantas viene dada por los trabajos que se han acometido durante un periodo más o menos largo, y naturalmente el cultivo proporcionado.

 

 

En este caso una de las alumnas de nuestros cursos en Bonsai Colmenar eligió para trabajar en la formación práctica un sugerente prebonsai de morera con un tronco atractivo y en el que había que comenzar con las tareas más finas.

 

 

En concreto este ejemplar después de haber sido cultivado en suelo, con la intención de que el tronco engordara rápidamente, se trasplantó a un cajón profundo donde empezar a formar las primeras ramas. Todo esto conllevó cicatrices que ahora es el momento de comenzar a disimular hasta desaparecer.

 

 

Una vez que las hojas cayeron se hizo una primera poda en la que se eligieron las ramas principales que formarán la estructura del futuro bonsai. Resuelta esta difícil tarea, se comenzó con la talla de la madera, para lo cual se utilizaron gubias y material eléctrico.

 

 

Aprovecho para comentar que debéis aprender a utilizar las herramientas manuales antes de acometer trabajos con máquinas eléctricas ya que dada su fuerza y velocidad pueden provocar algún estropicio difícil de arreglar. Independientemente de las herramientas que utilicemos, os aconsejo hacer una previsión de lo que pretendemos realizar mediante dibujos y bocetos. Asimismo ser conscientes y analizar la dureza de la madera, tener presente el impacto que fresas y gubias pueden provocar. Y sobre todo lo más importante es que la apariencia sea de lo más natural, no es necesario hacer filigranas que difícilmente quedarán bien y no encontraremos en la naturaleza.

 

 

Una vez finalizadas las tareas previstas en tronco y ramas pasamos a realizar el trasplante, dado el tamaño de este ejemplar la ayuda de otro alumno se hace imprescindible y como siempre nuestra supervisión.

 

 

El cepellón de raíces era bueno, y sorprendentemente lo suficientemente bajo como para que el plantado nos permitiera elegir una maceta no muy alta.
Dado que trabajamos con una especie caduca y con el fin de resaltar los tonos anaranjados de la corteza del árbol elegimos una maceta esmaltada de un suave color verde.

 

 

A pesar del tamaño y naturalmente del peso, el trasplante se realizó relativamente rápido dado que no se encontraron raíces que lo complicaran y la tierra apareció bastante suelta. A pesar de ello la tarea del kumade fue contundente.

 

 

Una vez finalizadas las tareas previstas procedimos a comentar y resolver una de las tareas más importantes, la de la protección del bonsai después de un trasplante. Con el fin de que las raíces no sufrieran por las bajas temperaturas que todavía están por llegar, colocamos sobre la tierra una capa de musgo sphagnum. Su ubicación en las próximas semanas será bajo techado protegida de heladas, tarea que queda a cargo de nuestra alumna.

 

Carlos Lázaro
“A dónde el bonsái me lleve”