Este Prunus Mahaleb o Ciruelo de Santa Lucía es un árbol de porte bajo propio del Centro y Sur de Europa.

 

 

Sus flores son blancas y aromáticas, nacen en racimos en los brotes laterales cortos, con tres a diez flores, produciendo unos pequeños frutos negros.

 

 

Las hojas de pequeño tamaño son ovaladas, dentadas, glabras o finamente pubescentes. Las ramas presentan una cierta conicidad natural con un tono grisáceo cuando son jóvenes y que según maduran toman un color parduzco.

 

 

Mientras es joven el tronco es flexible y se pueden conseguir formas interesantes, aunque no tiene crecimientos o engordes muy rápidos, la madera es aromática y muy apreciada por los fumadores para hacer pipas.

 

 

Caracterizan a esta especie, hojas y flores, pequeñas y bonitas; una buena respuesta a las podas y pinzados; su flexibilidad; no retira sabia con facilidad por lo que seca menos ramas que otros parientes como por ejemplo el Prunus Mume; excelente repuesta a la poda de raíces y una abundante ramificación interna; por todo ello entendemos que son buenos candidatos para su formación como bonsáis.

 

 

El ejemplar que presentamos en este artículo es procedente de esqueje, se le ha formado el tronco con dos grandes curvas y está en un momento inicial de trabajo en ramas principales.

 

 

En este último trabajo se dio por terminado el tronco y nos centramos en podar y alambrar las ramas, de manera que las atrevidas curvas del tronco tuvieron la máxima expresividad y sentido. Uno de los puntos importantes es la formación de ápice que está todavía incipiente y que con el paso del tiempo y las podas adecuadas se irá formando sin mucha dificultad, como comentamos el Prunus Mahaleb ramifica muy bien.

 

 

En cuanto al cultivo es un árbol que aguanta distintas ubicaciones, le gusta el sol y una buena ventilación lo que favorece una abundante floración. Es duro y resistente, por lo que no necesita ni muchos cuidados, ni atenciones especiales, tampoco es muy exigente en cuanto al riego. En invierno no requiere de protecciones especiales.

 

 

Después de la poda y alambrado se trasplantó a una maceta redonda azul de 16,5 cm de diámetro y 5 cm de altura, con una buena poda de raíces, ya que el cepellón estaba perfectamente ramificado y era muy abundante. El incipiente nebari nos pareció interesante y prometedor.

 

 

El árbol quedó, sin maceta, con 20 cm de alto, 18 de ancho y 17 de profundidad.
En resumen, una especie autóctona muy interesante para trabajar y apropiada como bonsái que puede formar parte de nuestra colección.

 

Carlos Lázaro
“A dónde el bonsái me lleve”