La vida está repleta de sorpresas, y fue por casualidad que nos encontramos en la Ruta Francesa del Camino de Santiago, a su paso por Gradignan, con los vestigios del antiguo Priorato Cayac. Alrededor del conjunto de edificios y conviviendo desde cientos de años se distinguen unos majestuosos ejemplares de platanus híbrida y taxodium.
Los años y la climatología fueron dando su toque mágico al entorno; junto a un pequeño rio delimitando su cuenca, los ancianos árboles de ribera con troncos imposibles de bordear, presentan las heridas de la edad y alguna enfermedad que se adivina.
Una extensísima pradera nos lleva al lugar. Desde lejos, sobresaliendo por las edificaciones, se perciben los enormes plátanos. Es para admirar su ramificación tan perfecta, su elegancia, su esbeltez, parece realmente que han sido esculpidos por las manos de un gran artista. Los troncos sorprenden porque no son excesivamente gruesos, las condiciones de su desarrollo han favorecido la altura y la ramificación más que el engrosamiento del tronco.
En uno de los extremos, como guardianes dando paso al espeso bosque de hayas y robles, se encuentran varios ejemplares de espectaculares taxodium. La zona húmeda en la que habitan ha favorecido su progreso, y en la actualidad sus grandes siluetas desafían la ley de la gravedad. El diámetro de los troncos, superior a los dos metros, y unos increíbles nebaris, los hacen maravillosamente perfectos.
Al ser un lugar de paso el terreno se ha ido debilitando y el suelo empobrecido. Por ello hace unos años y con el fin de preservar su supervivencia, las autoridades lo declararon como sitio “Protegido de manera imperiosa”.
En primer lugar, procedieron a delimitar su perímetro, se acometieron y programaron podas adecuadas a su edad y formación; y con el fin de enriquecer el suelo, se actuó con vertidos de sales y triturados de cal.
Todas las acciones con el único propósito de devolver el vigor a la “Catedral Verde” de Cayac.
Indudablemente toda una lección práctica para todos los que hacemos y amamos el arte del bonsai. De ahí mi insistencia a que salgamos al campo, a los parques y disfrutemos y aprendamos de la naturaleza. Además de otros muchos beneficios, ejercitamos la vista y comprensión, permitiéndonos realizar mejores trabajos guiados por el conocimiento intrínseco adquirido directamente de la maravillosa naturaleza.
“A dónde el bonsai me lleve”
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