Con el interés de conectar con la grandiosa naturaleza de la isla de Shikoku en Japón, nos animamos a realizar el camino de peregrinación Shikoku Enro. La idea es completarlo en los próximos años ya que son 1200 kms, en los que se visitan 88 templos y 20 lugares sagrados.
En nuestro primer día, en las proximidades del Templo Ryozen-ji (nº 1 de nuestra ruta), nos pertrechamos con los elementos básicos de todo peregrino, y fundamentalmente con el libro de sellos que nos irán estampando en cada templo.
Ryozen-ji, es el primer templo en la ruta desde 1687. Atravesamos una espectacular puerta de madera para adentrarnos en sus maravillosos jardines. Junto a la cascada y el estanque repleto de carpas, sobresale una sencilla pagoda de dos pisos. El silencio únicamente lo interrumpe el burbujeo del agua, contribuyendo a crear una paciente y recogida atmósfera.
Entre los folletos de la ruta encontramos ejemplares en nuestro idioma. El motivo es que el camino de Shikoku Enro está hermanado desde 2015 con el Camino de Santiago español, de hecho, en 2013, el Emperador Naruhito realizó un pequeño tramo de nuestro camino.
La experiencia en cuanto al contacto con la naturaleza, detalles culturales y espiritualidad es de las más apasionantes que hemos vivido en Japón. La hospitalidad y predisposición de los pocos habitantes y peregrinos a prestarnos ayuda fue sorprendente. En ocasiones fuimos invitados a una taza de té y dulces sin ni siquiera ver a la persona que nos lo ofrecía.
A lo largo del camino nos encontramos con pequeñas colecciones de bonsáis, algunos ejemplares con muchos años. En ocasiones parecían erróneamente abandonados, estaban a pie de carretera o escasamente retirados, pero con fácil acceso, lo que daba a entender que estaban al cargo de algún aficionado. En general parecían pequeñas colecciones, sin demasiadas pretensiones.
Alrededor de los templos la naturaleza es un elemento fundamental, fuentes, lagos, piedras, arboles y arbustos engrandecen el entorno y ayudan a conseguir la atmósfera espiritual que se percibe.
Fundamentales los elementos decorativos, tanto en metal como en piedra se funden en el paisaje contribuyendo a su enigmática belleza.
Para nosotros como aficionados al bonsai esta es una apasionante lección de vida; os invitamos a descubrir el silencio entre los bosques de bambú, el paso del tiempo en las complicadas siluetas de los prunus, la elegancia de los arces, la fortaleza de las coníferas, la belleza de los cientos de musgos y los setos de azaleas, …
Mirar y Ver, es la esencia del bonsai.
A dónde el bonsai me lleve”
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