Este artículo es el pequeño homenaje a mi primer ficus.

Con él he experimentado, compartido, sufrido y disfrutado; realmente él podría contar, tanto como yo, la historia de mi afición y de Bonsái Colmenar.

Cuando llegó a nuestra casa en 1987 era un pequeño plantón al que hubo que formar, alimentar, cuidar y proteger de los fríos inviernos de Colmenar Viejo (Madrid).

El me ha enseñado como cultivar las especies tropicales en esta zona de características poco recomendables para ellas; nuestro clima seco y frío, es un hándicap importante que he ido solventado en el tiempo que dura esta relación.

Hoy después de 35 años presenta una bonita silueta y un estado saludable, un reconocimiento a los cuidados recibidos y a su fortaleza.

En todo este tiempo han sido muchas podas, pinzados y trasplantes, siempre respetando su evolución.

El trasplante venimos haciéndolo cada 3 años y éste, 2022, estaba previsto en su calendario de trabajos.

Al inicio del verano es un momento perfecto para realizar las tareas necesarias en los ficus y en general en las plantas tropicales.

Comencé la tarea aprovechando a realizar una buena poda, el árbol activado por el trasplante, responde muy bien a estas técnicas.

Con escasa dificultad saqué el árbol de la maceta y procedí con la poda de raíces y la renovación de la tierra.

Los ficus no son árboles con grandes cepellones de raíces, y en este caso no cumplió con la norma.

Aproveché para hacer una buena limpieza al nebari, tronco y ramas ayudado por cepillos de cerda y nylon, según lo delicado de la zona.

Decidí mantener la maceta ya que entendí que continuaba siendo una buena opción, y una vez limpia, la preparé para el trasplante.

Es una maceta japonesa, sin esmaltar negra, poco convencional en la que ha cultivado los últimos 3 años, y que seguirá haciéndolo, de momento, durante los próximos 3.

Terminados los trabajos lo situamos en un lugar fresco en el jardín y esperaremos a que empiece a brotar, esto será en pocas semanas.

 

A dónde el bonsai me lleve”