Hace años que adoptamos la costumbre de recorrer los jardines de las ciudades que visitamos, considero que es un ejercicio didáctico y lo recomiendo tanto a los aficionados al bonsai, como a cualquier amante de la naturaleza.

En general los jardines son libros abiertos en los que aprender, profundizar y disfrutar, lugares relajantes, donde fluye la maravillosa energía que emana de la conjunción de plantas, piedras y agua.

En esta ocasión, en un año lleno de nostalgia por la incapacidad de viajar de nuevo, quiero recordar nuestra última visita a Koraku-en.

Este famoso jardín, Koraku-en, está considerado como uno de los tres mejores de Japón. Está ubicado en Okayama y fue mandado construir por Ikeda Tsunamasa en 1700.

Desgraciadamente la II Guerra Mundial causó grandes daños en el jardín, por lo que en la década de 1960 se reconstruyó siguiendo los planos originales.

Sorprende la minuciosidad con la que se concibió, y el respeto con el que ha sido tratado desde entonces. Todo está tal y como se dibujó en los planos originales.

En él conviven con el único fin de resaltar la espectacular naturaleza, y dando el punto de color que marcan las estaciones del año, lagos, cascadas, jardines, bosques de ciruelos, paseos de glicinias, campos de arroz, plantaciones de té, árboles centenarios.

Dado que nuestros viajes a Japón tienen un componente de estudio y aprendizaje, aquí hay mucho que asimilar en relación con multitud de materias. Indudablemente la observancia del cultivo de los magníficos ejemplares de arces, pinos, camelias, juníperos, cipreses, etc., cuidados con mimo por las manos expertas y respetuosas de los jardineros japoneses, es la mejor clase que podemos recibir.

Además, la totalidad del recinto, es un museo donde se refleja la vida cotidiana de las personalidades que han interferido en la vida social y política en Japón.

Reconstruidos o no, en la actualidad son varios los edificios que podemos visitar en Koraku-en.

En pie y en uso, podemos recorrer el edificio de recepción de autoridades Enyo-tei; el escenario de un auténtico teatro No; la casa de descanso con preciosas vistas al estanque, una Casa de té, y varios Santuarios.

El agua como elemento básico en este tipo de jardines fluye por todo lugar: en el estanque Kayo repleto de maravillosos lotos, el estanque Kako alimentado por una magnífica cascada que hace resaltar todas las plantas a su alrededor. Y en el centro de los jardines el estanque Sawa, un lugar mágico que alberga el palacio de pesca y magníficos ejemplares de pinos blancos.

A poca distancia del jardín y fácilmente visible se encuentra un enorme Castillo que fue la residencia del Daimyo. Lo rodea un bello bosque de bambú en el que aún quedan los restos del muelle donde amarraban los barcos que servían para llevar a las autoridades desde el Castillo.

Son numerosos los animales que habitan en Koraku-en, aunque sin lugar a dudas las más apreciadas son las grullas. Desafortunadamente desaparecieron durante la II Guerra Mundial, pero poco a poco se han incorporado de nuevo gracias a las donaciones de particulares.

Nuestra sensación siempre que hemos visitado este jardín es que quedan muchos rincones que explorar, por eso volveremos con la intención de descubrirlos.

 

“A dónde el bonsai me lleve”