De nuevo en Japón y con el fin de que recorráis con nosotros sus bellos lugares, hoy vamos a recordar con añoranza nuestra visita a Gyokusen-en.

Ya en otras ocasiones hemos escrito sobre Kanazawa; maravillosa ciudad situada en la isla principal de Honshu y su increíble jardín Kenroku-en catalogado como uno de los tres mejores de Japón.

Fuera de la ruta más turística y no lejos de Kenroku-en se encuentra un pequeño jardín conocido por el nombre Gyokusen-en.

El jardín, perteneciente al periodo Edo, ocupa una superficie de 2.300 metros cuadrados. Es pequeño si lo comparamos con Kenroku-en pero el resultado es encantador.

Está dispuesto de manera escalonada aprovechando las características del terreno. La idea es que el visitante rodee el lago principal desde diferentes alturas, sorteando cascadas, fuentes y una exuberante naturaleza.

En el primer escalonado hay un lago de buen tamaño, con un buen número de linternas de piedra, así como árboles de más de 300 años. Sobresale entre todos un impresionante Pino pentaphylla coreano.

Son varias las rutas marcadas en su paisaje ondulado con el fin de disfrutar de las diferentes vistas que van apareciendo a medida que avanzamos.

Tiene todos los elementos típicos de un jardín japonés de este estilo, Tsukubai, y casa de té con jardín de entrada y una pequeñísima edificación anexa que hace las funciones de recepción y espera.

El jardín resulta un tanto umbrío, en muchas zonas es difícil la entrada de los rallos de sol, lo que confiere un ambiente especial y húmedo.

Sus 400 años de antigüedad se ven reflejados en todos los rincones del jardín, piedras desgastadas, el musgo cubriendo gran parte de la decoración y suelo, así como las maderas en ocasiones tan desgastadas que parece imposible que puedan mantenerse.

Como es habitual son varias las pequeñas edificaciones que se conservan, la casa familiar de sus fundadores, una casa de té y otras dependencias de servicio para el jardín.

Y al finalizar el recorrido nos esperaba un excelente té Matcha, una costumbre japonesa que disfrutamos siempre que se nos presenta la ocasión.

¡Volveremos ¡

“A dónde el bonsai me lleve”