Acabando el invierno entró en el taller para trasplante y poda este magnífico ejemplar de Acer Palmatum Yamamomiyi.
Cuando toca trabajar con este tipo de bonsáis sabes a ciencia cierta que no va a haber sorpresas, son ejemplares de calidad con una trayectoria impecable, por lo que, a pesar de lo que pueda parecer, es un trasplante relativamente fácil.
La evidente dificultad es su peso y volumen, por eso y con el fin de manejar evitando cualquier movimiento que pueda provocar algún daño, acometemos la tarea dos personas y en algunos momentos tres.
Este Acer llegó a Bonsái Colmenar procedente de Japón durante el año 2022 y aunque su trayectoria ha sido perfecta, queríamos comprobar el estado del sustrato y sus raíces.
15 días antes realizamos el trabajo de poda fina y enseguida comenzó a hinchar yemas que anunciaban la brotación. Las altas temperaturas con las que estamos terminando el invierno han favorecido un adelanto de la brotación en todas las especies, en este caso en las dos semanas transcurridas desde la poda, el bonsai comenzó a manifestar su actividad.
Empezamos el trabajo con la limpieza del nebari, aprovechando para eliminar cualquier hierba o plantita que crecía junto a él.
Cepillamos el tronco con el mismo fin, mantenerlo lo más limpio posible evitará la presencia de insectos o parásitos.
Con los trabajos de trasplante no hubo ninguna sorpresa, como nos imaginamos presentaba un cepellón perfecto, muy bajito y sin ningún síntoma de anomalía.
La poda de raíces fue entretenida no solo por la cantidad de raíces sino por la manipulación del mismo árbol, el peso y el volumen nos condiciona los movimientos.
En este caso mantuvimos la maceta con la que llegó desde Japón, además de su calidad, su estado es perfecto y la estética y las necesidades propias del árbol no han variado por lo que pensamos que puede seguir otros años más.
“A dónde el bonsai me lleve”
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