El bonsái en Japón constituye un mundo complejo cuando un occidental intenta adentrase en él. Al contrario de que pudiera parecer, no es fácil encontrar bonsáis en cualquier parte del país nipón, fuera de los núcleos más populares como puedan ser Omiya o Kanuma. Acceder a zonas de reproducción y formación de bonsáis es más complejo, aunque sin duda apasionante.
Entrar en uno de estos viveros supone una experiencia que hay que asimilar poco a poco. Cada profesional opta por distintas líneas de trabajo en las variadas posibilidades que te da el bonsái, y son muchas.
Tamaños de árboles, estilos, grados de formación, especies, algunos plantados en maceta de bonsái, otros en maceta de entrenamiento o cultivo y un largo etc.
Entrar y pasear por una de estas zonas de producción supone una auténtica borrachera para nuestra vista y nuestra mente, incapaz de asimilar de un plumazo todo lo que se nos ofrece. Encuentras macetas por todas partes, regaderas, bases giratorias, mangueras de riego, todo tipo de accesorios o materiales para el cultivo, en una apariencia, a veces, hasta caótica. Los bajos de las mesas expositoras siempre están repletas de trastos y utensilios, tanto “desorden” puede llegar a distraer de lo que verdaderamente son importantes, los bonsáis.
Aunque depende en gran medida de la zona de Japón que visites, cada cultivador opta por las especies de árboles que considera más adecuados en base a los distintos parámetros. También motivados por el hecho de que la mayoría vienen de generaciones anteriores y son los abuelos quienes han marcado un punto de partida.
Los hay que ofrecen un gran surtido de especies y formaciones y por el contrario quienes se supeditan a un menor número de ellas, aunque con mayor grado de especialización.
El vivero que mostramos hoy ofrece una notable variedad de especies, tamaños y grados de formación. Las zonas de producción son tanto de caducifolias, en especial acer, como de coníferas.
De especial calidad bonsáis de tamaño pequeño, con muy buenas terminaciones y acabados refinados.
La visita fue todo un placer para los sentidos y la posibilidad de dar un paso más en el conocimiento del bonsái en Japón y de sus técnicas de cultivo, donde siempre te dispensan un trato amable, lo que te facilita el entendimiento, pese a las dificultades del idioma. GRACIAS POR TODO.
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