¿Otoño?
¿Qué es bonsái?, no es mala pregunta, ni poca cosa. Observando la naturaleza intentamos aprender y si es posible disfrutamos. Un sueño ancestral y siempre perseguido es encontrar el equilibrio entre hombre y naturaleza, o lo que es lo mismo, la convivencia, en nuestro caso, entre el aficionado y sus bonsáis.
Hay dos estaciones significativas; el tránsito entre el invierno y el verano es lo que llamamos primavera. Momento en el que la vida se pone en marcha. No podemos perder detalle de como reaccionan los árboles y disfrutar lo más posible de sus brotaciones y sus colores.
Los colores del verano desembocan en el gran otoño, no hay tiempo que perder, toda va muy deprisa. Anhelamos la llegada de las temperaturas adecuadas para que se produzcan en los bonsáis los cambios necesarios, que son muchos. En los perennes no hay tantos cambios de color, pero si podemos ver como se preparan para la brotación de la primavera siguiente. Las yemas empiezan a hincharse, según cada especie, y algunos con colores llamativos como pueden ser las azaleas “satsuki”.
El festival de colores llega con los caducos, cada especie es diferente y la paleta cromática inacabable. Palmatum, buergerianum, carpinus, ginkgo, abedules, pseudocidonias y un largo etcétera. No sabes con cual quedarte. Afortunadamente no todos se producen al mismo tiempo permitiéndonos cierta pausa.
La caída de las hojas, se da poco a poco de manera escalonada entre las distintas especies y variedades.
Aquí la climatología es la que manda, frio, lluvia, aire, son algunos de los condicionantes que influirán tanto en el cambio de color, como en la caída de las hojas.
Puede resultar emocionante contemplar un palmatum con las hojas a medio caer, dejando ver gran parte de su estructura de mamas, es un momento único que pone a prueba nuestra sensibilidad a la hora de disfrutar de los pequeños/grandes momentos.
De igual forma nos asaltan las dudas delante de cada uno de los bonsáis ¿Tenía que haber regado más?, ¿Habré abonado lo suficiente?, el pinzado ¿Ha sido el justo?. Las respuestas tendremos que buscarlas en el árbol, intentando comprender sus reacciones, y sobre todo con el paso del tiempo.
En definitiva, el otoño no sólo es un momento de cambios en el árbol, más bien de disfrute y contemplación de nuestros bonsáis, aunque únicamente sea por el hecho de que no hay dos otoños iguales.
Estos cambios de color en hojas y frutos hacen que nuestra percepción del mundo que nos rodea cambie y sea más rica y profunda, un mundo al que acceder para nuestro enriquecimiento interior.
“A dónde el bonsai me lleve”
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