Neagari no Matsu, el Pino de raíces elevadas de Kenrokuen Garden

Los estilos que trabajamos en bonsai no dejan de ser la reproducción en pequeña escala de otros ejemplares que la naturaleza nos sirve como modelo, su contemplación es sin duda la mayor fuente de inspiración que podemos tener.

 

 

Encontrar modelos de barridos por el viento, (Fukinagashi), cascada (Kengai), semi-cascada (Han-Kengai), vertical informal (Moyogi), inclinado (Shakan),… no es difícil en su hábitat, depende tanto de los factores meteorológicos, como de la situación e incluso de la especie misma, sin embargo encontrar ejemplares de raíces expuestas (Neagari) es bastante poco probable.

 

 

En general al pasear por cualquier jardín de bonsai, y Bonsai Colmenar no es una excepción, encontramos pocos ejemplares trabajados en este estilo, algunos pinos, arces, celastros y sobre todo variedades de flor. A pesar de lo espectacular que puede llegar a ser la peculiaridad de exponer parte de sus raíces, no es un estilo demasiado seguido por el público en general.

 

 

Fue en Kanuma, Japón, donde los maestros Kobayashi y Fukuda me mostraron como se forman estos bonsai desde su inicio. Un cultivo laborioso y lento, las raíces se trabajan y colocan y con el tiempo se descubren hasta llegar a formar parte de la silueta.

Es en el maravilloso jardín Kenrokuen de Kanazawa (Japón) donde he encontrado el mayor ejemplar en estilo Neagari. Un Pinus Thumbergii o pino negro japonés, Neagari no Matsu, («pino de raíces elevadas») catalogado en más de 100 años. Los documentos acreditan su procedencia de Karasaki, región de Omi, de donde el Daimyo Maeda Nariyasu trajo las semillas que originaron este majestuoso árbol.

La técnica empleada inicialmente fue la de plantación en un montículo elevado para poco a poco y una vez constatada la firmeza de las raíces, retirar la tierra hasta dejarlas al descubierto.

 

 

Dada su envergadura y con el fin de prevenir de posibles roturas por fuertes vientos o por el mismo peso, las grandes ramas se apuntalan al suelo y es con la llegada del invierno cuando estos refuerzos, yukizuri, se multiplican, asegurando el apoyo suficiente para soportar la pesada nieve.

Han pasado más de 100 años y el árbol que vemos en nuestros días es el resultado de la aplicación de diferentes técnicas y de un magnífico cultivo, su majestuosidad le ha llevado a considerarse uno de los árboles más importantes de Japón.

 

 

Acompañado por otros muchos pinos, ocupa un lugar privilegiado en el centro de todos ellos y junto a uno de los lagos más grandes del jardín. La vista es magnífica y su disposición nos permite recorrerlo a prudencial distancia en 360º

 

 

La sensación al abandonar Kenrokuen se repite en todas las ocasiones que lo hemos visitado, es la necesidad de volver y estamos seguros que lo haremos. Tenemos una nueva cita con Neagari no Matsu y los muchísimos más encantos que posee el jardín.

 

Carlos Lázaro
“A dónde el bonsái me lleve”

Categorías: Escuela y Formación

1 Comentario

  1. Fantastico contexto para explicar un estilo.

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