En las diferentes ocasiones que hemos visitado al Maestro Yukio Hirose nos sorprende la cantidad de pequeños bonsáis que puede cultivar en su reducido jardín.

 

La limitación del espacio que disponemos siempre ha sido un hándicap en nuestra afición, el Maestro Hirose lo resuelve de forma sencilla y segura.

Pequeñas estanterías, pies de diferentes alturas y algunas plantas de acento mezcladas entre los bonsáis, lo hacen un lugar pulcro y armónico.

Hay varias zonas que delimitan el jardín, un pequeño invernadero, una zona de reproducción donde no se accede, el jardín al aire libre y el área de trabajo. Todas, incluso el taller y la zona de trabajos iniciales, presentan un aceptable orden y limpieza, todo cual nos ayuda a hacernos una idea del carácter del Maestro Hirose.

El recorrido entre los pasillos siempre es muy lento, todos los bonsais son de gran calidad, y algo poco habitual en Japón, hay una gran variedad de especies.

Las fuentes de agua en lugares estratégicos rodeadas de plantas dan frescor al jardín y se hacen imprescindibles para crear el ambiente propicio para el desarrollo de los bonsáis.

Disfrutamos con los trabajos en madera de las coníferas, además de sus pequeñas y maravillosas siluetas. Los juníperos, chinensis y rígida, presentan minuciosas tareas en tronco y ramas, los pinos (thumbergii, densiflora, parviflora) tienen curvas increíbles y bonitas, las criptomerias lucen superelegantes con figuras perfectas.

Vemos algunos ejemplares de tejos en diferentes grados de formación.

Hay una buena cantidad de arces, palmatum y buergerianum.

Ilex, zelkovas, manzanos, lagestroemias, pseudocidonias, chaenomeles, trachelospernum, quercus…

En cuanto a los estilos, el jardín es como un libro abierto, trabaja todos, bosques, troncos múltiples, escoba, vertical formal, vertical informal, doble tronco, cascada, semicascada, agarrados a roca, barridos por el viento… todos muy atractivos.

A pesar de que siempre nos deja solos en su jardín, el Maestro nos muestra los bonsáis que considera según su trabajo o calidad y nos hace ver lo ilusionado que está con las pequeñas plantas de acento, tiene muchas crasas y suculentas que cultiva con tanto cariño como los bonsáis.

 

Trasciende tanta belleza, tanta minuciosidad, mimo y buen trabajo que no dudamos al despedirnos en prometer al Maestro y su hijo una próxima visita en cuanto nos sea posible.

 

“A dónde el bonsai me lleve”