Viajar por Japón con el fin de visitar jardines de bonsai fuera de la ruta tradicional se hace complicado en muchas ocasiones, pero cuando lo consigues la recompensa es maravillosa.

 

 

Habíamos visitado Kawaba y de camino a Kanuma decidimos visitar algunos de los jardines de bonsai que hay en esta zona.

 

 

Llegamos al jardín del Maestro Tatsuya Terasawa y a pesar de que no es visitable por el público, la familia y el personal al cargo se mostraron encantados de recibirnos y enseñarnos los ejemplares y las instalaciones.

 

 

 

El jardín alberga la casa familiar y el taller, algo habitual en la mayoría de los negocios de bonsai de Japón. La zona de exposición de bonsáis es pequeña, en primer termino nos reciben grandes piezas de indiscutible calidad alrededor de grandes árboles.

 

 

El jardín está limpio, los árboles perfectamente colocados, dando una sensación de perfecta armonía.

 

 

 

El paseo a través de caminos entre piedras, adoquines y zonas de agua nos va guiando desde la entrada principal, hay diferentes zonas de exposición: a pleno sol donde se encuentran pinos y juníperos, zonas sombreadas para árboles caducos, un área cubierta con malla de protección azul donde encontramos una gran variedad de arces y una pequeña zona de bancos con coníferas de tamaño medio protegidos por una malla especial terminada en flecos con el fin de evitar la entrada de pájaros.

 

 

Al fondo las macetas, es habitual en los jardines de bonsai en Japón que la cerámica esté colocada en estanterías con escasa protección sufriendo las inclemencias del tiempo, algo que intentamos evitar aquí, y sin embargo no parece importar a los Maestros japoneses.

 

 

Creo que ya me he referido en varios artículos de jardines de bonsai que lo habitual es la especialización en un numero limitado de especies, por eso en este jardín nos sorprendió su gran variedad.

 

 

Cuanta calidad en tan pocos metros, todos los bonsáis estaban perfectamente colocados en limpias mesas de madera, o pies individuales, se percibía la gran dedicación y las manos expertas de los profesionales que trabajan en este jardín.

 

 

Era un día lluvioso y terminamos a cubierto tomando un excelente té con la familia.

 

 

Esto hubiera sido una visita de las muchas que hacemos en Japón a los jardines de bonsai, si no hubiera sido por el empleado que nos acompañó al coche y que nos indicó que podíamos ver una zona que no habíamos visitado; era un espacio enorme, libre de sombras, donde sobre pallets o simplemente en el suelo había miles de prebonsais y bonsáis de gran calidad preparados para la exportación al mercado chino. Naturalmente no permitieron hacer fotografías, el espectáculo nos dejó sin palabras.

 

 

Carlos Lázaro
“A dónde el bonsái me lleve”