En algunos comercios se no ofrecen bonsáis en oferta en los que parece que el rasgo diferenciador es la edad.
Desde un sentido comercial y para personas que no conocen el mundo del bonsái me parece que es una forma de información, aunque hay que decir que posiblemente no muy exacta, pero en cualquier caso muy lejos del concepto artístico que debiera rodear al bonsái y de su carácter, único e irrepetible.
El aspecto que trasmite el bonsái tendrá que ver con las técnicas y cultivo aplicado, con lo que intentar adivinar o comprender la edad de este árbol por su aspecto exterior será una tarea compleja, cuando no infructuosa para la gran mayoría de público, sin contar con los hábitos de crecimiento de cada especie, alguno con pocos años puede parecer más viejo mientras que en otros sucederá todo lo contrario.
Por supuesto que un buen número de años, con un trabajo adecuado, puede aumentar el valor del bonsái, pero sólo si unimos los dos conceptos, solo con los años no obtendremos los resultados apetecidos.
El bonsái tiene que llegarnos al corazón, por lo que aspectos como tener en cuenta la edad puede dificultar este encuentro, debiendo fijarnos más en su personalidad y formación artística, situación del tronco, ramas, silueta, maceta que lo contiene, etc.
Para personas que buscan su primer bonsái facilitaría sus cuidados si nos decantamos por árboles con maceta no muy pequeña o árboles con un poco de formación, no muy “jóvenes”.
Árboles que tengan un aspecto saludable y que nos trasmitan fuerza y vigor, nos ayudarán a aprender a cuidarlos y controlar nuestras manos inexpertas. En cualquier caso para nada un bonsái es un ser vivo delicado o difícil de sacar adelante, influye más el estado en que compremos el árbol y los cuidados que le hallan dispensado.
Por todo lo dicho no nos obsesionemos con la supuesta edad del bonsái que pretendemos adquirir y sí que éste pueda llegar a ser un compañero con el que compartamos día a día y nos aporte alegría y emociones por muchos años
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