El gusto y respeto por las piedras viene de antiguo en el pueblo japonés, quizá entroncándolo con su religión nativa, el Sintoísmo, y el sentimiento hacia la naturaleza que preconiza.
Las piedras forman parte de la vida cotidiana en Japón.
Imprescindibles: En el noble arte del Suiseki (se podría denominar el placer por la contemplación de piedras) presente desde hace siglos en la cultura japonesa.
En los jardines, cuya presencia es ineludible como acompañante de todo tipo de plantas (no hay macizo de azaleas que se precie sin sus dos o más buenas piedras) ayudando a la creación de imágenes y sensaciones naturales.
En los espectaculares Karensan-sui, jardines compuestos únicamente por grava y piedra, donde la imaginación vuela y su contemplación proporciona momentos de paz y relajación.
En este artículo queremos mostrar una curiosa tienda situada en la falda del emblemático Monte Fuji, Prefectura de Yamanashi, donde compiten con belleza y celebridad cinco turísticos lagos: Motosu, Shoji, Saiko, Yamanaka y Kawaguchi.
A las orillas de este último lago encontramos un curioso establecimiento dedicado exclusivamente a piedras y minerales. Piedras talladas, otras totalmente naturales, algunas con vetas de los más atractivos colores, otras de maravillosas texturas, con asombrosos dibujos, y de todas multitudes de tamaños.
Destacaba una importante colección de piedras crisantemo donde la flor totalmente natural se apreciaba perfectamente; algunas con buen relieve. Esta variedad es muy apreciada por el público en general y en especial por los aficionados al Suiseki. Prácticamente ninguna piedra crisantemo tenía base de madera trabajada (daiza) para poder exponerse en la posición adecuada.
Igualmente curiosas encontramos unas pequeñas piedras de gran semejanza con el Monte Fuji, todo un símbolo para Japón.
El propietario fue de lo más amable, impresionado de que unos turistas europeos mostraran tanto interés por sus piedras. Nos enseñó su bonita colección de objetos “especiales”, piedras talladas, trabajos en madera, escrituras en bambú, formaban parte de sus vivencias y no estaban a la venta.
Antes de entrar en la tienda encontramos una sorprendente exposición de grandes piedras, así como piezas de madera talladas a mano a modo de mesas o expositores decorados con plantas muy al gusto japonés, en algunos casos de estilo bonsai.
Cuando viajas por Japón tienes que ir con los ojos bien abiertos, cuando menos te lo esperas aparecen en los lugares más inesperados establecimientos y personas que merecen nuestro tiempo y enriquecen nuestra vida.
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