No hay discusión sobre el gusto y respeto que sienten los japoneses por la naturaleza, intentar convivir con plantas es para ellos más que importante.

 

 

Utilizar bonsáis para la decoración de interiores no es un tema fácil, optando habitualmente por otros arreglos de plantas, como pueden ser los kokedamas e incluso algún ikebana. En cualquier caso una planta no suele faltar en los comercios.

 

 

Encontrar bonsáis en Japón adornando o decorando tiendas o comercios no es nada habitual. Visitábamos en Tokio el barrio de Ginza, una de las zonas de Japón más caras por metro cuadrado y donde se sitúan las tiendas de las primeras marcas mundiales de moda, joyería y grandes almacenes, cuando en la calle principal Chuo-Dori nos encontramos con la agradable e inesperada sorpresa de una exposición de bonsáis.

 

 

Dado el nivel del establecimiento los bonsáis estaban seleccionados y todos eran de gran calidad. La presentación, muy cuidada, combinaba fondos donde resaltaban las formas de los árboles, con una muy estudiada y sugerente iluminación.

 

 

Fue una bonita sorpresa descubrir un gran árbol sobre una isleta en el centro de la cafetería, invitaba a su contemplación mientras, a su alrededor, el visitante podía relajarse con una taza de té, café o refresco.

Naturalmente todos los bonsáis estaban debidamente protegidos con el fin de evitar cualquier accidente, estamos en Japón, es obvio que nadie osaría tocarlos.

 

 

Repartidos por todo el centro comercial, papelería, joyería, librería, restaurante, etc los bonsáis expuestos buscaban una reacción y complicidad según el lugar que ocupaban y la forma de estar expuestos.

 

 

Estas exhibiciones son temporales ya que los bonsáis no pueden estar mucho tiempo en estos sitios cerrados con potentes sistemas de aire acondicionado.

 

 

Fue una visita sorprendente e interesante, la búsqueda de nuevos bonsáis en cada estantería o rincón nos animó a recorrer el centro comercial, disfrutando de la delicadeza con que los japoneses exponen cada objeto.

 

 

Siempre es conveniente ir con los ojos bien abiertos.

 

Carlos Lázaro
“A dónde el bonsái me lleve”