En uno de mis primeros viajes a Japón tuve la suerte de ser recibido por el gran mecenas Daizo Iwasaki, en la actualidad lamentablemente fallecido; no podía imaginar que en un Jardín de Bonsái pudiera encontrar tanto y de tanta calidad.

 

 

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En un entorno de lo más evocador, alrededor de una casa tradicional japonesa, con todo grado de detalle, se sucede un jardín con distintos ambientes y con árboles centenarios, cuidado y limpio al máximo, pensado en el bienestar de las plantas y salpicado de majestuosas piedras de distintos tamaños y significación.

 

 

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Enseguida entramos en contacto con los primeros bonsáis, colocados de manera estratégica para poder ser vistos, o bien desde la casa, o según te acercas a ella desde la calle. En la medida que te adentras por el jardín aparecen las primeras zonas de cultivo de bonsáis,  es impresionante el grado de cuidado y formación de todos ellos, no sabíamos hacia donde mirar, había de todas las especies pero predominaban las coníferas, en particular los pinos.

 

 

 

 

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El Sr. Iwasaki nos invitó a pasar a un pabellón repleto de suisekis contándonos la historia de alguno de ellos, varios conseguidos fuera de Japón, de los que parecía estar particularmente orgulloso.

 

 

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Continuamos la visita por distintas zonas en forma de cuadrícula donde se colocaban los bonsáis, observando trabajos especiales. Me llamaron la atención unos pinos de gran tamaño y formación que estaban acodados, o una pareja de bonsáis de Pino Parviflora en estilo Ikadabuki. “Impresionante”.

 

 

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Otra zona era la de preparación de ciertos árboles plantados en cajones de madera, en general de gran tamaño en un número muy considerable.

 

 

 

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A continuación visitamos una extensa zona de semilleros y plantones jóvenes de reproducción de pinos, “la paciencia puesta a prueba”.

 

 

 

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No quería que la visita terminara nunca.

 

Me viene a la memoria este hermoso haiku.

Ahora que no cae ni un pétalo,

Justamente ahora,

Oh tiempo, detente.

(Hayashi Sho)

 

 

pero no debíamos abusar de la maravillosa hospitalidad del Sr. Iwasaki y su esposa,  a los que quedamos profundamente agradececidos.

 

 

 

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Carlos Lázaro

www.bonsaicolmenar.com

 

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